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Hotel cuscatleco

Lo que importa es que el hotel Cuscatleco genera $20k por preso per annum, primer paquete de 300 cuerpos = $6 melones garantizados. También importa que Bukele no esté en la lista negra del Trompudo; “más vale nos extiendan el TPS”, condiciona la lorita Pepita. 

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Hotel cuscatleco

No solo somos tocayos de nombre (Carlos), sino que también de apodo (Viejo Lin).

El apodo que heredé de mi padre (Calín), mutó a Viejo Lin, cuando ingresé a la categoría de triatlón “infarto juvenil” (mayores de 50). Como más vale que aceptés tu nuevo bautizo, o te hacen trizas, hasta le imprimí Viejo Lin a mi uniforme. “Con todo Viejo Lin!” me animaba la afición. “Oyyyyyyy!” agradecía este escritor.

Yo, además de escritor y triatleta, publicista Viejo Lín, confieso que no tengo nada que ver con el líder de la 18, y doy gracias a Dios por haber crecido sano, en familia con valores; por haber tenido acceso a una excelente educación; por la oportunidad de gozar del deporte y del trabajo.

La carencia de estabilidad en el hogar, amor, educación, trabajo y deporte, razón de nuestra decadencia, manifestada en cuerpos tatuados de coronilla a canilla; en extorsiones; en horrendos crímenes; en luto, dolor y lágrimas; requisitos pandilleros para dominar y vengar lo mierda que te ha tratado la vida. Lamento que demasiados compatriotas no tengan mi suerte.

Todos los salvadoreños, agradecidos con el gobierno por limpiar nuestro país de la mala hierba. Algún día sabremos como lograron semejante hazaña; mientras tanto, disfrutemos y aprovechemos nuestra recuperada libertad, ahora que casi el 100% de los de la 13, la 18 y la Salvatrucha, la han perdido en el CECOT.

La piedra en el caite es que, con 3 años de estado de excepción (y contando), han pagado demasiados justos por pecadores, “daños colaterales” les mentan, sin acceso al debido proceso, para determinar la bendición de la libertad, o el infierno del arresto.  

Otra piedra en el zapato es que, como Alcatraz of Central America, El Salvador es primera plana, reforzando la penosa estadística de ser el país con más prisioneros en el mundo. Quien no ha visto el video del check-in de 238 venezolanos; puro tráiler de película de terror, hasta con rasurada de pulgas incluida. ¡No apto para menores de 18!

Ahora, desde la tierra de Bolívar, se suman corazones partidos suplicando por la libertad de sus amados.  Mismos rostros de desesperación, que en las víctimas cuscatlecas de detenciones arbitrarias, y en los familiares de judíos secuestrados por Hamás. 

También se suman las voces de los que velan por los derechos humanos; lamentablemente se las traga el volumen de la noticia, misma que ha trascendido pues macho suelto Tío Donald se saltó las trancas del poder Judicial del Tío Sam.

Oídos sordos a doña Justicia, por lo que los 3 aviones aterrizan en la pista del Santo Romero, con un coctel de caracteres:  mareros venezolanos, los capos de la mara 13 e inocentes “deportistas”. Urgía un golpe fuerte para validar my promise for the greatest deportation in the history of America.

Que importa la orden de un juez federal; que importa que todos los nuevos inquilinos no sean terroristas (hasta un mojado con el tatuaje del Real se jalaron); que importa el limbo legal en que se encuentran; ni que no tengan derecho a debido proceso, sus víctimas tampoco tuvieron. 

Lo que importa es que el hotel Cuscatleco genera $20k por preso per annum, primer paquete de 300 cuerpos = $6 melones garantizados. También importa que Bukele no esté en la lista negra del Trompudo; “más vale nos extiendan el TPS”, condiciona la lorita Pepita.

Menudo problema.  Apropiado cantar Hotel Cuscatleco: “Relax” said the night man / “we are programmed to receive / you can check out anytime you like / but you can never leave”.

A la cárcel más grande de Latinoamérica le caben 40k; con los recientes huéspedes la ocupación asciende a 10k. Los 30k que faltan, suficiente billete para reforzar el tejido social de la Nación, meterle con todo a la educación, al deporte y a generar oportunidades, con el fin de evitar el resurgimiento de nuevas clicas.

¡Viva El Salvador sin maras! 

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