
La falta de prudencia, los comentarios y reacciones emocionales viscerales, la falta de pensamiento y la ingenuidad tienen costos incalculables.
Dos casos han llamado la atención en los medios de comunicación internacional. El primero, vinculado con Karla Sofía Gascón, y el segundo, con el presidente de Argentina, Javier Milei.
Karla Sofía Gascón es la actriz nominada al Oscar por su actuación en la película “Emilia Pérez”. Rastrearon su huella digital y encontraron polémicos mensajes que escribió sobre Hitler, George Floyd y la comunidad musulmana. Quien busca, encuentra; es una verdad irrefutable. Y lo que encontraron puso a la nominada al Oscar a mejor actriz en una situación imposible de negar, explicar o justificar. Lección para todos, especialmente para los jóvenes que, con uno, dos o tres perfiles, emiten opiniones o valoraciones que, con o sin fundamento, tarde o temprano serán juzgadas.
Desde la familia y la escuela debe insistirse en la huella digital que deja cualquier mensaje o foto que se comparta en redes sociales para que todo el mundo sepa dónde estoy, con quién, qué hago, qué siento, qué opino y más. Si la información publicada y compartida es incoherente con la evolución y exigencias del desarrollo personal o profesional, tarde o temprano se convertirá en el peor enemigo para la imagen y el prestigio personal. Las excusas o explicaciones de la actriz provocaron silencio. Hubo prudencia, y lo más fácil para algunos fue retirar el apoyo. No dudo que para ella la situación sea frustrante. Pero su caso sirve de ejemplo de que las huellas digitales nunca se borran. Allí queda a disposición el pasado para cualquiera que desee utilizarlas.
“El aura de Javier Milei ha perdido brillo”, escribió Federico Rivas Molina en El País el 18.02.25. Su intervención en la “difusión” o “promoción” de la criptomoneda $Libra es ejemplo de la importancia de reconocer, apropiarse y asumir el papel personal y profesional que todo cargo demanda. El ciudadano Javier Milei fue electo presidente en balotaje el 19 de noviembre de 2023. Obtuvo casi el 56% de los votos y logró el más alto cargo público de elección popular. Asumió el 10 de diciembre del mismo año y gobernará hasta el 10 de diciembre de 2027. El que antes del 10 de diciembre fuera el ciudadano Javier Milei asumió la presidencia para cuatro años, y durante este periodo de 48 meses, los 7 días de la semana y las 24 horas del día, ostenta el cargo de presidente.
Siendo presidente de Argentina, el viernes 14 del presente año, a 14 meses de haber asumido la presidencia, difundió en la red social X el lanzamiento de $Libra y provocó su promoción. La gente leyó al presidente de la Argentina. Aunque en entrevistas diga que el canal de comunicación para la difusión o promoción de la criptomoneda no fue oficial, ¿se puede quitar el cargo así nomás? No creo, y mucho menos evitar las consecuencias de ¿su ingenuidad?
¿Qué debemos sacar como lección del caso? Los cargos públicos de elección popular son públicos, se deben a los electores y, cuando se asumen, al pueblo entero. Cuando se tiene un cargo de elección popular, se pierde la vida privada.
Ambos casos son aleccionadores. La falta de prudencia, los comentarios y reacciones emocionales viscerales, la falta de pensamiento y la ingenuidad tienen costos incalculables. Son masivos, exponenciales y dejan huella digital cuando se utilizan las redes sociales.
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