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Pan y circo

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Claudia Alexandra Figueroa Oberlin - Docente

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No podríamos hablar del gobierno actual de El Salvador solo por tratarse de este tema. Históricamente se ha dado este fenómeno, más cuando las civilizaciones llegan a este punto de quiebre, está más que comprobado tanto por la sociología como la antropología, que es cuando están llegando a su mayor decadencia e inminente caída, así como cayeron las grandes culturas de la historia.

Pan y circo, lo vimos para la caída de Roma, después de la muerte del emperador y filósofo estoico Marco Aurelio, cuando usurpó el poder su hijo. Otros que hicieron lo mismo fueron los grandes tiranos que fueron condenados al olvido, como Calígula, Nerón o Domiciano. Sus acciones fueron llevando paulatinamente a la caída del imperio.

Pero, volviendo a El Salvador, vemos que este fenómeno se sigue dando, dado que no ha existido alguna entidad que se preocupara por salvaguardar el arte y la cultura del país. A pesar de que se ha descubierto que tiene una historia milenaria. Puede que El Salvador no sea cuna de grandes civilizaciones como lo fueron México, Guatemala o Perú con los Aztecas, Toltecas, Olmecas, Mayas o Incas que son los más conocidos pero no los más antiguos ya que hubo otras grandes culturas previas a ellos, como Chavín, Caral o el imperio Huari.

Tristemente, El Salvador no tuvo registro de su historia nativa hasta hace muy poco, ya que parte de su idiosincrasia era totalmente eurocentrista, aunque recordemos que nacieron en su seno grandes exponentes del arte, la cultura y la política. También surgió la primera mujer en postularse a la presidencia en los años treinta a pesar de las burlas de quienes la rodeaban, y que en sus tierras tienen a la Pompeya de América Latina: Joya de Cerén.

Haciendo un esbozo en una línea de tiempo, vamos a ver que en 1973, durante la administración presidencial del coronel Arturo Armando Molina, se creó una Red de Casas de la Cultura, surgió el Ministerio de Cultura que tuvo diversos cambios con los años, así como la formación del Consejo Nacional del Arte y la Cultura (CONCULTURA), que luego se transformó en la Secretaría de la Cultura, albergando en él la Dirección Nacional de Espacios de Desarrollo Cultural y las casas de la cultura pasaron a ser espacios de desarrollo, formación y educación cultural.

Uno de los objetivos de estos espacios es: "Contribuir al desarrollo cultural y social de los territorios a través de las casas de la cultura, mediante la participación ciudadana, que permita visualizar, difundir y promover las identidades culturales locales y producciones artísticas en sus distintas especialidades".

Los parques culturales también tenían su objetivo: "Generar un espacio de recreo-educativo para la niñez, adolescencia, y la familia en general, contribuyendo al sano esparcimiento, realización de actividades culturales, aprendizaje sobre la naturaleza y unidad familiar".

Después de 50 años, las casas de la cultura están cerrando sus puertas. Hasta ahora se cuentan 18 de estas clausuradas. Empezando con el cierre de las bibliotecas y la venta o donación de los libros que estas tenían.

La cultura es todo lo que tenemos, es lo que cultivamos, el conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico y actuar acorde a ello. Son los modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial en una época y grupo social. Independientemente de la definición, depende mucho de lo que sembramos, pero, lo más importante es el despertar de la población hacia su verdadera identidad.

Si queremos combatir la delincuencia, no basta con hacer leyes más duras o implementar un régimen de excepción sin hacer un cambio significativo en la población. Hubo un tiempo que existieron los cubos en zonas asediadas por las pandillas y el nivel de criminalidad bajó. Un pueblo limpio y educado es mejor que mil cárceles en un suelo tan pequeño.

Puede que lo vea muy romántico, pero se vale soñar. Independientemente de la historia oscura de crimen y muerte que se ha vivido en el país, El Salvador corre un peligro mayor todavía: olvidar quién es, de dónde viene y hacia a dónde va dirigido. En cierta medida, los cubos y las casas de la cultura, de manera intrínseca, cubrían esa necesidad, cosa que, al desaparecerlas, se podría esperar que desaparezca la historia, el arte y la cultura.

Aunque lo veo muy difícil, porque, aunque no haya Casa de la Cultura, siempre va a haber más de algún investigador, filósofo, historiador, artista que va a recordar esta parte que nos humaniza, y no permitirá que caigamos en el vicio de las bestias.

Dicen los dichos: "prohíbele algo a alguien y se volverá altamente codiciado", así como si le cierras la puerta a alguien, siempre habrá una ventana donde entrará la luz. No se puede prohibir la difusión y promoción del arte y la cultura, ni tampoco tapar el sol con un dedo porque es imposible. Pero, mientras nos sigan "comprando" con espejitos, velándonos con cortinas de humo para tapar las acciones, seguiremos teniendo pan y circo por un buen rato para seguir satisfaciendo las cambiantes emociones de un gobierno que solo busca su beneficio.

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