
Hace casi 100 años, Albert Einstein visitó el Golfo de Fonseca y quedó maravillado por su belleza, que narró en su diario de viaje. ¿Qué palabras usó para describir este rincón de Centroamérica?
El Golfo de Fonseca es un archipiélago volcánico de 3,200 kilómetros cuadrados situado en el Océano Pacífico y compartido por tres países centroamericanos: El Salvador, Honduras y Nicaragua, quienes se han disputado su territorio en varias ocasiones.
Pese a ello, la bahía es considerada uno de los mejores puertos naturales del mundo, según Forbes Centroamérica; y no es para menos, pues alberga diversas islas que ofrecen vistas paradisíacas ideales para los turistas.
Quien no se resistió a la belleza del Golfo de Fonseca fue Albert Einstein, que lo visitó en 1931 a bordo de un barco mercante estadounidense. El reconocido científico y su esposa, Elsa, supuestamente pasaron tres días en Amapala, un poblado hondureño perteneciente a la Isla Tigre, de acuerdo con un artículo de BBC publicado en 2017.
"Tres días estuvo de descarga el barco aquí y durante esos tres días él fue huésped en la Casa Uhler, porque ella hospedaba en la parte de arriba solo a europeos: suizos, alemanes, franceses…", asegura un lugareño llamado Bob "el teacher" al medio británico.
Si bien Amapala no tiene registro físico de la visita de Einstein, pues, según la encargada de la oficina de turismo local, "los documentos históricos se perdieron", existe una carta enviada por el ganador del Nobel donde confirma su estadía en el territorio insular.
El 29 de diciembre de 1931, los esposos Einstein enviaron una postal al profesor Max Born y su pareja indicando su ubicación en ese entonces. "Amapala, ¡en Honduras! Por eso es que no habían recibido mensajes nuestros", dice la carta que, según BBC, se conserva en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Otro de los archivos personales del físico que evidencía su estancia en Centroamérica es su diario de viaje, en el que se lee "22 (de diciembre). 8 de la mañana llegamos a la bahía de Honduras. Anclamos en la 'Isla del Tigre'".
Además de los datos de su arribo, Einstein brindó, con su puño y letra, una clara descripción del Golfo de Fonseca, en la que destaca su extraordinario paisaje.
"Impresionante bahía de aguas azules en medio de muchas islas volcánicas, verdes sobre marrón" - Einstein.
"Gran volcán con una nube de ceniza eterna visible por un buen rato a la partida. Escena indescriptiblemente pintoresca", añade el físico sobre Amapala.
De acuerdo con su diario de viaje, Einstein llegó a costa salvadoreña el 23 de diciembre de 1931 a la 1:00 a.m. El buque donde se transportaba habría arribado en el puerto de La Libertad, de donde partirían hacia Los Ángeles, Estados Unidos, unas horas después.
Cabe aclarar que, según Carlos Cañas Dinarte, "ningún funcionario, periodista o intelectual supo de la llegada de Einstein. Nadie fue a estrecharle la mano". En su artículo, el historiador sostiene que el científico pudo no salir de su camarote debido al clima, "que se elevaría hasta en 22 grados muy tropicales", o "por las pocas horas que la nave permanecería en el puerto".
Cañas agrega que la presencia del barco estadounidense quedó registrada en la columna cotidiana del Diario Oficial salvadoreño, 'Movimiento de vapores', consignando que el mercante izó anclas “sin carga ni pasajeros” con destino al puerto de San Pedro (EUA) a las 8:30 horas del mismo día.
Finalmente, el reconocido físico continuó su camino hacia Pasadena, donde era invitado - por segunda ocasión - para trabajar en el Instituto de Tecnología de California (CalTech).
Aunque se desconoce el motivo real por el que se "ocultó" la visita de Einstein a El Salvador, el momento forma parte de las curiosidades en la historia de "El Pulgarcito de América".
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