
El primer libro impreso en El Salvador es una pieza histórica poco conocida, pero de gran importancia. Fue elaborado en el siglo XVIII y su contenido revela detalles de producción de uno de los recursos claves en la economía del país.
Cuando se piensa en la historia literaria de El Salvador suele vincularse a escritores reconocidos como Salarrué o Claudia Lars, pero la historiografía salvadoreña va mucho atrás, ya que el primer libro publicado en el país data de 1741.
Con solo 20 páginas, el prontuario “El puntero apuntado con apuntes breves”, impreso por el fraile Juan de Dios del Cid ,se convierte en el primer libro publicado del país, de acuerdo al libro El Salvador 1974-1975 del Departamento de Relaciones Públicas de Casa Presidencial.
Un prontuario, según la Real Academia Española, resume de una anotación de varias cosas, entre ellas reglas de una ciencia o arte, a fin de tenerlas presentes cuando se necesiten.
Este prontuario marcó un hito en la producción de una imprenta rudimentaria, puesto que fue escrita con una tinta a base de añil, que reflejaba la importancia de este cultivo en la economía colonial previo al auge del café
El libro narra el proceso de extracción del añil, una planta de Jiquilite utilizada para extraer el color azul natural de la mata y teñir vestimentas; dicha planta se convirtió en la principal industria del país y primordial fuente de ingresos.
En el prontuario se explicaba minuciosamente todo el proceso de fabricación del añil, desde el modo adecuado de cortar el Jiquilite hasta la forma más adecuada de elaborar los “pasteles” (bloques pastosos en los que se amalgamaba la tinta para facilitar su traslado óptimo, en grandes buques, a Europa).
El historiador salvadoreño Carlos Gregorio López relató que en aquella época solo los expertos en el tema sabían cuál era el momento exacto de su extracción, por lo que se les apodaban ”punteros”
“(El libro) es una especie de manual con instrucciones para el mejor procesamiento del añil. De todos los procesos que requería el cultivo y procesamiento del tinte, el más complicado era el procesamiento final en las pilas de los obrajes de añil. La yerba se cortaba cuando estaba en su momento de más contenido de tinta. Se maceraba en agua por un día hasta que fermentaba. A esto se le decía estar al ‘punto’. Solo los expertos sabían el momento exacto; por eso se les decía punteros. Era un oficio bien cotizado”, explicó López.
López considera que si bien el fraile muy probablemente no trabaja con el añil “seguro conocía bien el oficio pero por su cargo no es plausible que trabajara en un obraje, que era un lugar insalubre”.
Además del contenido, lo curioso del libro es que fue escrito en dos dialectos: el gallego y el español americano. En el siglo XVII y principios del XVIII, muchos religiosos y clérigos conservaban sus lenguas nativas incluyendo el gallego, proveniente de Galicia, España.
Juan de Dios del Cid fue un fraile franciscano y escritor salvadoreño, reconocido por producir el primer libro de El Salvador y fabricar una imprenta de madera, con características móviles del mismo material.
Aunque no se conoce la fecha exacta de su nacimiento, Del Cid nació en El Salvador, según revela MCN Grop, una plataforma digital que ofrece una colección de biografías en español y forma parte de la Enciclopedia Universal Micronet.
“El puntero apuntado con apuntes breves” nace en la casa donde residía Del Cid hace más de 300 años en Texistepeque, Sonsonate. La casa en cuestión está ubicada frente al parque central y a pocos pasos de la iglesia.
La vivienda que vio nacer al primer libro de El Salvador aún existe. “A simple vista, la casa conserva los rasgos originales y en los corredores aún la adornan como en tiempos pasados”, se lee en la descripción de la Dirección de Educación Virtual de la Universidad José Matías Delgado.
Asimismo, describe que la casa está formada por un solo salón, sin divisiones ni cuartos y un patio trasero con corredor interno. Su techo es de teja y aún conserva los pilares de madera originales.
“El puntero apuntado con apuntes breves”, ubicado en Santiago Chile, indica en su portada que el libro fue impreso en 1641, sin embargo, historiadores determinaron que la fecha impuesta por el franciscano era incorrecta, pues no hay constancia de la llegada de la imprenta a Centroamérica hacia 1640 o de alguna maquinaria de imprimir con caracteres móviles, según revela MCN Group.
La investigadora española Isabel Casín demuestra en su estudio que la fecha de impresión del libro data de 1741. Sucedió que alguien manipuló el original para transformar el “7” en un “6”, y anticipar así cien años la introducción de la imprenta en Centroamérica.
En caso de que los salvadoreños deseen admirar el primer libro del país pueden acudir al Museo de la Imprenta en Salcoatitán, Sonsonate,donde se encuentra una réplica del ejemplar y más de 60 máquinas que han reproducido la historia.
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