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Tras casi nueve décadas de su construcción, el edificio que albergó las oficinas del telégrafo y de ANTEL sigue en pie asombrando a quienes observan su porte y detalles arquitectónicos.
El edificio donde operó El Telégrafo y ANTEL fue construido en 1936. Foto de LA PRENSA/Luis Martínez
El Palacio Nacional de Comunicaciones Eléctricas, mejor conocido como El Telégrafo o el exedificio de la Administración Nacional de Telecomunicaciones (ANTEL), es parte de las históricas edificaciones que adornan la calle Rubén Darío en el Centro Histórico de San Salvador.
Su fachada es inconfundible, pues puede verse desde lejos el letrero “Telecomunicaciones” arriba de su portal principal.
Se trata de una edificación de tres pisos hecha en concreto y hierro que ha resistido varios terremotos, al encontrarse en plena capital de “el país de las hamacas”.
Su diseño lo hizo el arquitecto italiano Filipo Brutus Targa Dubois, quien también hizo otra edificación en forma de hongo que se encuentra a la par del edificio, según la Alcaldía de San Salvador.
En tanto, el encargado de construir el majestuoso inmueble fue el arquitecto salvadoreño José Heriberto Liévano, cuyo nombre se encuentra visible en una placa en una de sus paredes exteriores. De acuerdo con publicaciones del historiador Carlos Cañas Dinarte, Liévano fue excombatiente del ejército francés en la I Guerra Mundial y junto a Targa Dubois también construyó el cuartel de la Policía Nacional.
Como el letrero en su frente lo indica, el edificio albergó las oficinas de las instituciones que en las diferentes épocas estuvieron a cargo del desarrollo de las telecomunicaciones en El Salvador. La Superintendencia General de Electricidad y Telecomunicaciones (SIGET) sitúa su construcción en 1936, un año después de que “se inauguró la primera línea telefónica directa entre las capitales de El Salvador y Guatemala” y en el mismo año en que “se estableció el servicio radiotelefónico mundial”.
Para ese entonces, El Salvador llevaba seis décadas contando con servicios telegráficos (desde 1870) y cinco décadas de servicio telefónico (desde 1885). Para esto último, había un sistema de líneas telefónicas subterráneas que se construyeron entre 1914 y 1916 por parte de la empresa de teléfonos Ericsson, S.A, narra la SIGET. En ese tiempo (1917) también “se inauguró la primera Estación Radiotelegráfica”.
La edificación del imponente Palacio de Telecomunicaciones no fue aislada, pues en esa época de expansión de la capital también se construyeron otras importantes obras que destacan hasta la fecha, tal como consigna el documento “Arquitectura en El Salvador” elaborado por el Colegio de Arquitectos de El Salvador: “Después de la gran depresión y del crítico 1932, el gobierno de Maximiliano Hernández Martínez edifica el Palacio de la Policía Nacional, obra del arquitecto Filipo Brutus Targa, la Casa Presidencial, de Augusto Baratta del Vecchio; el Estadio Nacional de la Flor Blanca y el Palacio Nacional de Comunicaciones Eléctricas, mejor conocido como ‘El Telégrafo’, así como el inmueble conocido como Casa Bou, también de Brutus Targa, entre otras obras monumentales y emblemáticas”, detalla.
En la siguiente década se decretó la primera normativa para regular la radiodifusión sonora en El Salvador, siendo el “Reglamento para el Establecimiento y Operación de Estaciones Radiodifusoras” y “la Constitución de 1950 estableció que las telecomunicaciones eran un servicio público”, y que correspondía “al Estado prestar por sí o por medio de instituciones oficiales autónomas, los servicios de correos y telecomunicaciones”, reseña un boletín de Estudios Legales de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES).
En 1963 se creó la Administración Nacional de Telecomunicaciones (ANTEL), la cual tenía el control exclusivo del espectro electromagnético y funcionó en el referido edificio de la Rubén Darío, dándole uno de los nombres con los que se conoce hasta la actualidad (exAntel).
En los noventa, después de una década de guerra civil, “la red telegráfica digital existente en El Salvador había llegado a un punto estático, tanto en su crecimiento como en su evolución hacia nuevas tecnologías”, indica la SIGET, por lo que se optó por la privatización de las telecomunicaciones. El edificio de ANTEL pasó a Telecom y años después, a la empresa de telecomunicaciones Claro.
Por décadas, el edificio estuvo rodeado de ventas informales, hasta que en 2022 un plan de reordenamiento en la capital dejó al descubierto su estructura. En ese año, la Dirección de Conservación de Bienes Culturales Muebles de la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural (del Ministerio de Cultura) hizo un estudio al edificio del Telégrafo, así como a la contigua Casa Bou, para “encontrar el primer color que se colocó a los inmuebles cuando fueron construidos”.
Para ello fue necesario hacer calas cromáticas, es decir, se removieron “cada una de las capas de pintura aplicadas posteriormente” a su construcción. En el edificio de exAntel encontraron hasta seis capas.
Actualmente luce totalmente renovado y forma parte de la ruta arquitectónica que se aprecia en la capital.
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