
Desde sus inicios como simples piezas de papel destinadas a facilitar la correspondencia, las estampillas postales de El Salvador son auténticas obras de arte que narran la historia y cultura del país. Este viaje fascinante a través del tiempo muestran cómo estas pequeñas imágenes impresas reflejan la identidad nacional salvadoreña.
Las estampillas postales o sellos postales, además de cumplir un rol importante en la comunicación, también reflejaban el arte y la cultura de un país. En el caso de El Salvador, existían estampas postales de diferente índole, como deportes, personajes célebres o religiosos, fauna y flora, entre otros.
Las estampillas también reflejan la historia, pues relatan acaecimientos importantes, como la conquista de América, hombres y mujeres célebres, la construcción de edificaciones, entre otras.
La primera emisión de sellos en El Salvador fue puesta en circulación durante la administración del presidente Francisco Dueñas en 1867. Dicha serie contaba de cuatro valores: ½ real (azul), 1 real (rojo), 2 reales (verde) y 4 reales (bistre), emitidos en hojas de 100, según revela la Asociación Filatélica Salvadoreña (AFISAL).
Se menciona al “real” como precio, ya que en aquella época esta era la moneda oficial, años más tarde, esta fue sustituida por los centavos de peso. El costo de la estampilla varía del peso de la carta o paquete a enviar.
“El precio variaba según el peso, una cartita puede ser de San Salvador a Santa Ana, pero si era una ‘cartota’ como con 20 páginas por decirlo, le cobraban el peso. Medio real era el valor mínimo que pagaba por una cartita”, explicó José Luis Alonzo, socio de AFISAL.
La primera estampilla del país mostraba el volcán Chaparrastique de San Miguel y sobre este se colocó un arco de once estrellas que representaban los 11 departamentos que existían en aquella época: San Salvador, La Libertad, Sonsonate, Santa Ana, La Paz, Cuscatlán, Usulután, San Vicente, San Miguel, La Unión y Chalatenango.
American Bank Note Corporation de Nueva York fue el encargado de imprimir la primera serie de estampillas postales para El Salvador en septiembre de 1866 y llegaron a país el 17 de diciembre del mismo año, de acuerdo con AFISAL, que afirma que “fueron emitidas oficialmente el 17 de enero de 1867, pero su uso no fue obligatorio hasta el 1 de marzo de ese año”.
Tras la publicación de la primera estampilla, otra que llamó mucho la atención fue la estampilla en honor a la conquista de América, que muestra a Cristóbal Colón desembarcando en el continente, dicha emisión fue en honor al cuarto centenario del descubrimiento de América en 1892.
Sin embargo, hubo una emisión anterior que se posiciona entre las más destacadas. El lanzamiento de las estampillas de 1879 son recordadas por varios motivos, uno de ellos es que su valor monetario pasó del “real” a los “centavos de pesos”. Además, esta serie de estampillas estuvo a cargo del salvadoreño Rufino Flamenco.
Flamenco era un grabador salvadoreño, propietario de una fábrica de sellos de hule y caucho, instalada en San Salvador junto al Parque Morazán. “Para ese entonces, los recursos para realizar el grabado de estampillas eran bastante limitados, por lo que la labor de Rufino Flamenco fue considerada digna de los más altos reconocimientos”, agrega la Filatelia Cuscatleca.
Otro hecho importante en estas estampillas, junto a la emisión de 1867, que fueron marcadas “contra sello” serían utilizadas como moneda fraccionaria, sobre todo en el uso del Telégrafo. El contrasello era utilizado para autenticar y validar las estampillas, asegurando que no fueran falsificadas.
“En un tiempo no hubo moneda fraccionaria en El Salvador debido a la escasez de monedas de bajo valor. El gobierno emitió el acuerdo el 2 de diciembre de 1882 en donde estas estampillas fueron usadas para el pago de telegramas, los pagos de los derechos de inscripción de propiedades y también utilizadas para efectuar pagos por otros servicios o bienes en los mercados locales”, mencionó el filatelista.
Luego de American Bank y Rufino Flamenco, las estampillas fueron impresas por Hamilton Bank durante 10 años y luego el Taller gráfico San Salvador. Sin embargo, los encargados de impresiones funcionaban en base a contratos con el gobierno en función.
“Podían recurrir al American Bank o demás oferentes. Por eso había gente viajera por toda América (para ofrecer imprimir las estampillas)”, explicó Alonzo.
Además de los contrasellos, cuya función era añadir valor de moneda en tiempos de necesidad. También existieron otra serie de marcas sobre las estampillas como los matasellos y la contramarca.
Los matasellos cumplían la función de indicar que la estampilla ya había sido usada y evitar su reutilización.Su función principal es cancelar la estampilla, demostrando que ya ha cumplido su propósito de pago.
“Existe el matasello franco, matasello estrella, el matasello flor de lis, flor de diamantes. Estos matasellos eran hechos en corcho. No eran hechos de fábrica. Si usted tenía ahí un corcho, lo hacía, estaba su matasello, pero en la oficina de gobierno, por eso variaban”, explicó Alonzo.
Las contramarcas, por otro lado, servían para modificar el valor monetario de la estampilla para ser reutilizada. Esto ocurría cuando había escasez de estampillas postales.
“Si se habían agotado las (estampillas) de 5 centavos y había un exceso de la de 3 centavos, entonces se utilizaron (las estampillas de 3 centavos) como de cinco con una contramarca. Por eso se llama contramarca, sobre la marca, sobre el valor”, dijo el filatelista.
Las estampillas postales a lo largo del tiempo han abarcado diferentes temáticas. Entre las más destacadas se encuentran:
En deportes: el Gimnasio Nacional, emitido en un sello de dos centavos en 1924. También la emisión de los Juegos Olímpicos Centroamericanos y del Caribe efectuados en San Salvador en 1935. Y la más resonante, la del Mundial de Fútbol en 1970 en donde participó El Salvador.
En fauna y flora se encuentra la emisión de 1963 que comprende aves y mamíferos, mientras que la emisión de 1969 muestra a mariposas. Peces y varios insectos fueron emitidos en 1970.
La flora, por su parte, destacó en la emisión de 1960 con la vistosa serie de la flor de Pascua y una serie de doce valores con flores diferentes emitida en 1965. La flor nacional, flor de Izote, predominó en 1938 con un valor de 8 centavos.
En el tema religioso, el más reconocido es el del santo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, quien tuvo cinco emisiones: martirio, el aeropuerto, migrantes, de ratificación y canonización, según explicó José Luis Alonzo.
También existen estampillas del primer y segundo Congreso Eucarístico Nacional celebrados en 19422 y 1964.
Asimismo, existe una publicación de estampillas dedicadas a los presidentes de la República de El Salvador en la edición de 2007.
La última emisión de estampillas postales de El Salvador fue publicada en 2024 que refleja la Navidad de los salvadoreños.
De acuerdo con el filatelista, José Luis Alonzo, cualquier persona o institución puede solicitar que un personaje, animal o tradición sea incluida en una emisión de estampillas postales de El Salvador, solo deberá cumplir con ciertos pasos.
“Primero (el solicitante) envía una carta solicitando (el aval) a Correos de El Salvador, Correos la recibe y reciben varias (propuestas), por ejemplo 10, 15. Luego, llaman a los miembros de la Comisión de Asesores Filatélicos, que el primero es el director y miembro de Gobernación, historiadores y la Sociedad Filatélica; evalúan y se van (a votación)”, dijo Alonso, quien agregó que la votación es realizada por 10 miembros, los cuales pueden rechazar o aprobar la propuesta.
La tarjeta postal es una pieza de correspondencia de una sola hoja que generalmente contiene una imagen en un lado y espacio para escribir en el otro.
Aunque siguen en circulación, estas fueron especialmente populares a finales del siglo XIX y principios del siglo XX y esta sufrió varias modificaciones.
“La tarjeta postal de la época valía 2 centavos y había normas para dónde se enviaba. Si se enviaba a Centro América, valía 2 centavos. Si se enviaba a Estados Unidos, 3 centavos”, recordó Alonzo.
Las primeras tarjetas postales tenían un solo lado para escribir y el otro para la dirección. Esto se debía a las regulaciones postales de la época, que requerían que toda la información del destinatario estuviera claramente visible.
También existieron las tarjetas postales dobles, que según el filatelista salvadoreño, en la misma tarjeta incluía el mensaje para el destinatario y la respuesta del mismo.
“Usted pagaba 4 centavos (por la tarjeta), la enviaba a Santa Ana y enviaba ‘mira voy a llegar tal día’ o algún recuerdo. La otra parte (de la tarjeta) lo dejaba libre, sin escribir y en esa misma podía escribir (el destinatario) de recibido”, explicó.
Asimismo, dicha tarjeta también podía ser de doble utilidad para el emisor.Por ejemplo, un residente de San Salvador podía enviar una tarjeta a sus familiares en Santa Ana, avisándoles que llegaría en dos días.. Una vez en Santa Ana, el emisor podía reutilizar la parte en blanco para enviar un nuevo mensaje de regreso a San Salvador, informando a sus familiares que había llegado sin contratiempos.
Posteriormente, las tarjetas evolucionaron a las tarjetas de dos partes, estas tenían una línea en el medio d, creando un espacio para el mensaje y un espacio para la dirección. Esto permitió a los remitentes escribir mensajes más largos sin interferir con la dirección del destinatario.
Además, con esta tarjeta el destinatario podía observar, en el reverso de la tarjeta, una imagen completa del sitio en el que el emisor se encontraba. Estas postales aún siguen siendo muy utilizadas.
El correo salvadoreño tuvo muchos cambios en lo que respecta a su distribución por el país.
Inicialmente, las cartas que eran enviadas al extranjero se transportaban por barco, ya que el envío aéreo no había sido instalado en El Salvador. Desde 1867 hasta 1929, el servicio postal al exterior era realizado vía marítima.
El Servicio de Correo Aéreo en El Salvador fue establecido por Pan American Airways el 15 de diciembre de 1929, según datos del Correo salvadoreño. “Dado que la Dirección General de Correos no tenía todavía listas las estampillas especiales para este servicio, éste fue pospuesto hasta el primero de enero de 19302", agrega el sitio oficial.
Correos también revela que Waterlow & Sons Ltd. de Londres diseñó la primera serie aérea de estampillas definitiva, la cual fue emitida el 15 de septiembre de 1930. El motivo es un avión de correos sobre San Salvador.
Para esa época, la Dirección General de Correos contaba con una Oficina de Correos ubicada en la Terminal de Carga en el entonces Aeropuerto Internacional El Salvador, cuya misión era recibir todo el correo que transportan las aeronaves.
Los años posteriores, Correos utilizó carretas, trenes y autobuses del servicio público para entregar el correo hasta que se instaló una flota de vehículos que comprendía la Red de Transporte Nacional de la Dirección General de Correos.
“El intercambio de correspondencia entre las diferentes Oficinas de Correos de El Salvador, se realizaba por medio de Ferrocarriles Nacionales, en cuyos trenes se disponía de un vagón exclusivo para el correo a cargo de Agentes Postales Ambulantes, quienes custodiaban la correspondencia y la entregaban en las diversas estaciones a lo largo del territorio nacional, a los 161 Conductores de Correspondencia, quienes conducían los despachos a sus respectivas oficinas sede y viceversa”, explica la Dirección de Correos.
Esto en los últimos años cambió radicalmente, ya que en la actualidad se cuentan con12 rutas primarias a nivel nacional que se enlazan diariamente de ida y regreso. También cuenta con más de 100 oficinas en todo el país, “en donde se procesa más del 90 % del correo”. Estas rutas, que están clasificadas en orden alfabético, se han ido ajustando para satisfacer necesidades de enlaces y ampliación.
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