El asentamiento más antiguo que se conoce en El Salvador se encuentra en la Hacienda El Carmen en el departamento de Ahuachapán, con rastros humanos que datan de los años 1400 antes de Cristo.
Se considera que El Salvador fue transitado y habitado desde hace miles de años debido a su ubicación geográfica en el istmo centroamericano y la riqueza de sus recursos naturales.
Es importante tomar en cuenta que la presencia humana en América se estima que data de hace más de 14 mil años, de grupos procedentes de Siberia y Asia, los cuales se distribuyeron en los siguientes años a lo largo del continente.
De acuerdo con la información oficial del Ministerio de Educación en el libro Historia de El Salvador Tomo I, los restos de los períodos Paleoindio (40,000 - 15,000 a.C) y Arcaico (8000 - 2000 a.C.) y sus respectivos rastros humanos estarían enterrados a niveles muy profundos bajo el actual territorio salvadoreño.
En el referido tomo del MINED, se hace una descripción de cómo era la vida en la época antigua en el territorio que actualmente se llama El Salvador, incluyendo en ella los asentamientos más antiguos, los más grandes, las migraciones, las destrucciones y el estado de las poblaciones cuando llegaron los españoles y tomaron control del territorio.
Se estima que los primeros signos de presencia humana en El Salvador datan del período arcaico, es decir, de los años 8000 al 2000 antes de Cristo.
A pesar de su antigüedad, se encuentran visibles hasta la actualidad rastros como los petrograbados que los primeros habitantes dejaron en varias cuevas diseminadas en el país. Algunas de ellas son:
- Cueva del Espíritu Santo (Morazán)
En dicho lugar hay un contorno de mano humana, así como figuras representadas de frente y algunas de perfil, con penachos de diferentes estilos y vestimenta. Además, hay numerosas manos de colores amarillo, anaranjado, rojas y una negra.
- Cueva del Toro (Usulután)
Esta se encuentra en el cantón Tecomatal. Hay petrograbados donde una figura humana podría ser asociada con la representación de ave, o mitad de un ser humano mitad pájaro. Varios personajes fueron dibujados con penachos.
-Cueva de los Fierros (Cabañas)
En esta cueva, ubicada en San Isidro, la mayoría de representaciones son animales y algunas mezclan atributos humanos y animales. Hay petrograbados que representan al sol, una mariposa, una flor y mamíferos. Se sugiere que el simbolismo está relacionado con la fertilidad de la tierra, pero no se descarta un significado ritual.
Otros lugares con petrograbados antiguos son:
Antes de la llegada de los conquistadores españoles, el actual territorio de El Salvador formaba parte de la región cultural llamada Mesoamérica, cuna de algunas de las más importantes civilizaciones prehispánicas, que incluyen los olmecas, los mayas, los mixtecos-zapotecas, los totonacas, los toltecas y aztecas.
Esta tenía una serie de características que definían las culturas de la región y eran comunes en todas ellas, incluyendo en El Salvador. Los principales rasgos eran:
En El Salvador, el río Lempa dividía las dos grandes áreas de desarrollo, cada una con sus propias características culturales. "Era posible navegar el Lempa en cayuco, lo que favorecía el comercio y difusión de rasgos culturales entre ambas áreas".
Los primeros habitantes permanentes en el territorio que actualmente es El Salvador colonizaron la planicie costera del Pacífico durante el período Arcaico y aprovecharon la abundancia de animales y plantas silvestres en las montañas así como los recursos marinos en el litoral.
Se estima que los primeros pobladores complementaron el desarrollo de la agricultura con alimentos altos en proteína derivados de la cacería y pesca para su subsistencia y que la organización social era similar a la de las bandas de cazadores-recolectores que les precedieron.
La unidad básica era la familia nuclear, es decir, la pareja con sus hijos solteros “y solo ocasionalmente la familia extendida integrada, adicionalmente, por parientes afines” como nueras y yernos, sobre todo. Estas familias se agrupaban y organizaban para limpiar el monte de las nuevas parcelas y preparar los campos para la siembra.
Estos primeros pobladores se asentaron en pequeñas aldeas y a medida que iban creciendo en número y producción de alimentos, aumentaron el intercambio de bienes entre sí, reforzaron el comercio a larga distancia y fundaron los primeros mercados.
Cuando algunas de estas pequeñas aldeas crecieron en población se convirtieron en centros de las regiones y se encargaban de las ceremonias religiosas. Con el tiempo "surgió la élite que monopolizó algunas funciones claves como la redistribución de productos que se intercambiaban las regiones vecinas y todos los conocimientos religiosos". Fue así como se pasó una organización social tipo tribu a la de cacicazgo.
En principio "era una sociedad que operaba con una división elemental de trabajo basada en la edad y el sexo; posteriormente, los artesanos se desligaron de la producción de alimentos y se pasó de una sociedad igualitaria a otra basada en el rango social, donde el grupo poderoso administraba y se distanciaba cada vez más de la base social que le daba sustento".
Estos primeros habitantes usaban artefactos de piedra que los agricultores habían heredado de sus predecesores, así como las puntas de proyectil para la cacería, los raspadores para pieles, cuchillos para destazar animales, morteros y metates para preparar semillas que recolectaban, coa de madera y otros artefactos de cerámica. Con la aparición de la cerámica se facilitó el almacenamiento de los alimentos así como el acarreo y transporte de estos.
El asentamiento más antiguo que se conoce en El Salvador se encuentra en la Hacienda El Carmen en el departamento de Ahuachapán, en el valle del río Cara Sucia. Los montículos descubiertos datan de los años 1400 a.C. hasta el 250 d.C.
Ahí se hicieron excavaciones que descubrieron una serie de pisos de ocupación estratificados, pozos de almacenaje, fogones, basureros y fragmentos de mazorcas de maíz. Se conoció que sus habitantes utilizaban depósitos subterráneos como hornos, graneros, pozos de almacenaje, baños de vapor o sauna, entierros, elaboración de mariscos, cocimiento de sal y otros.
Alrededor del año 900 a.C la población de agricultores comenzó a crecer notoriamente en el territorio y aparecieron nuevos asentamientos en las zonas del occidente y centro como San Nicolás, Jayaque, Barranco, Tovar, El Perical y Antiguo Cuscatlán.
El Trapiche
Chalchuapa era una importante estructura de función ceremonial que se localizaba en la zona conocida como El Trapiche, con uno de los edificios más altos de Mesoaḿerica, con una forma cónica y una altura de 20 metros. En su interior fue encontrado el entierro de un niño de 10 años, posiblemente como parte de la ceremonia de inauguración o construcción del edificio. Se cree que El Trapiche era una necrópolis (cementerio) debido a la cantidad de cuerpos y ofrendas encontrados en el sitio.
A partir del año 500 a. de C. se produjo en El Salvador una fuerte expansión demográfica hacia las tierras por debajo de los mil metros de altura. Fue así como en el occidente, además de Chalchuapa, se desarrollaron poblaciones en Santa Leticia, Cara Sucia, Tacuscalco, Atiquizaya y Acajutla; mientras que en la región central ocurrió en Las Flores, Río Grande, El Campanario (Valle del Paraíso), El Cambio (Valle de Zapotitán) y Cerro del Zapote y Loma del Tacuazín (Valle de Cuscatlán). Y en el oriente se desarrolló Quelepa.
Santa Leticia
Este asentamiento estaba ubicado en las faldas del cerro del Apaneca, ocupando unas 15 hectáreas de tierras fértiles. Su ocupación inició alrededor del año 500 a.C. mediante agricultores y un importante centro ceremonial. Cultivaban maiz, terraceaban las laderas de los cerros para impedir la erosión y usaban árboles como el chichipinco como retenes, “técnica que se emplea todavía con el mismo propósito”. En la tierra hacían agujeros en forma de campanas llamados “chultunes” para almacenar granos y acumular basura, o con paredes revestidas para almacenar agua.
Quelepa
La ocupación más antigua en Quelepa data alrededor del año 500 a. de C. posiblemente por lencas que pudieron haber ocupado el sur de Honduras y el oriente de El Salvador desde fechas tempranas. El área está al oriente, en el valle del Río Grande de San Miguel, una zona muy fértil que favorecía el cultivo de maíz y frijol, así como de cacao y algodón. A pesar de estar al oriente también mantenía relaciones con el occidente.
Otros asentamientos
Entre otros asentamientos en la zona central se mencionan el valle del Paraíso en la región del embalse Cerrón Grande. Los más importantes son los sitios de Hacienda Las Flores y Río Grande.
Cuando el volcán de Ilopango hizo erupción, alrededor del 250 d.C., afectó el desarrollo de las sociedades del centro y occidente del país con el depósito de grandes cantidades de ceniza volcánica en un área de 10 mil kilómetros cuadrados, con lo que las poblaciones tuvieron que reubicarse.
Esta época se conoce como el Período Clásico, que abarca desde el referido año hasta el 900 d.C.
“En el territorio de lo que es hoy El Salvador, el periodo Clásico comenzó dificultosamente en los siglos posteriores a la erupción del volcán de Ilopango. Como respuesta al desastre ecológico que produjo la erupción, los habitantes de Chalchuapa se reorganizaron en pequeñas comunidades sobre las laderas y las alturas de la Sierra de Apaneca. Con el tiempo, Chalchuapa se volvió a poblar, concretamente en las localidades de Casa Blanca y Tauzmal, pero jamás recuperó el poder que tenía en el preclásico”.
Fue entonces el turno de Cara Sucia, la cual se ubicaba en la planicie costera de occidente y estaba estrechamente relacionada a la cultura de Cotzumalhuapa de la costa del Pacífico en Guatemala. "Esta alcanzó su máximo desarrollo durante su recuperación entre los años 650 y 900. Entre sus principales edificios se encontraban dos juegos de pelota, que se construyeron justamente esas fechas. Parte del resurgimiento de Cara Sucia pudo haber sido debido al comercio de la sal que extraía de un conjunto de salinas próximas".
En tanto, la región del valle de Zapotitán fue abandonada completamente a raíz de la erupción del volcán de Ilopango y no se volvió a habitar hasta unos 200 años después.
Su población se distribuyó en pueblos y emergió San Andrés como cabecera, cerca de los ríos Sucio y Agua Caliente, y alcanzó su auge en los años 650 y 1000. Unas 40 mil personas habitaban en el lugar.
Más o menos en la misma época, en el año 600, fue cuando Joya de Cerén quedó cubierto por ceniza de un volcán cercano. Esta conservó las estructuras y el sitio es visitado en la actualidad como parque arqueológico.
En tanto, en el oriente no hubo afectaciones por la erupción del volcán de Ilopango y Quelepa continuó desarrollándose al margen de esos acontecimientos. Alcanzó su máximo desarrollo en los años 625 al 1000, tiempo del cual data un juego de pelota encontrado cerca de su asentamiento. En Quelepa se han encontrado artefactos de origen mexicano, con lo que se supone que grupos militares del Golfo de México invadieron esa zona. Quelepa fue abandonado hacia el año mil, por causas que se desconocen.
Alrededor del año 800 se desestabilizaron areas mayas y grandes centros fueron abandonados. A este fenómeno se le conoció como el colapso de la civilización clásica maya, la cual terminó alrededor del año mil, con una reorganización de la sociedad en la que aparecieron nuevas comunidades, más pequeñas, más autóctonas y más aisladas. Esto también impactó los grupos localizados al centro y occidente de El Salvador, los cuales estaban integrados por la cultura maya.
A partir del 900 se observa una creciente de rasgos culturales asociados a los grupos nahuas, coincidiendo con la llegada de los toltecas que eran probablemente nahuaparlantes.
Entre los años 900 y 1524 destacan los rasgos nahuas debido a las migraciones desde el centro y sur de México.
“Las primeras migraciones pipiles se dieron a El Salvador entre 900-1200, durante el período posclásico temprano y tuvieron presencia en el valle de Chalchuapa, la porción central del país, la parte baja del río Lempa, la parte superior de la cuenca del río Acelhuate, la región Metapán-Lago de Güija, el valle de Sonsonate, la planicie costera alrededor de Acajutla y la costa del Bálsamo”.
Fue en este período cuando se dieron importantes asentamientos como Cihuatán cerca de Aguilares y Santa María, un sitio pequeño en el valle del Paraíso cerca del Cerrón Grande. Estos son reconocidos como centros de claro origen mexicano por sus arreglos arquitectónicos. Cihuatán fue destruido y abandonado alrededor del año 1200 sin saberse la causa.
Las últimas migraciones de los grupos nahuas hacia el territorio salvadoreño ocurrieron entre los siglos XIII y XIV (1200-1300).
Cuando llegaron los españoles, los pipiles -que llegaron desde México hacia El Salvador alrededor del año 1000 d.C- dominaban casi la totalidad del occidente del país y gran parte de la zona central, llegando a los márgenes del río Lempa.
Cuando llegaron los españoles había dos principales sistemas, el reino de Izalcos y el de Cuscatlán, el más grande y capital, con 59 pueblos pipiles y unas 12 mil casas indígenas, con asentamientos principales en Cojutepeque, Nonualco, Tecoluca y Cuscatlán. El reino de Izalco incluía Caluco, Nahulingo y Tacuscalco. Hablaban el náhuatl, una variante del nahua que se hablaba en México.
En el caso de Chalchuapa, los pipiles fueron desplazados por la población poqomam, que prevaleció hasta la llegada de los españoles. En tanto, al oriente de El Salvador los españoles se encontraron con los Lencas.
Además, al momento de la conquista, había en el norte, cerca de Chalatenango, asentamientos mayas que hablaban chortí, mientras que al noreste se hablaba cacaopera y ulúa al suroeste, y mangue en el extremo oriental.
Había tres clases en la sociedad pipil: los nobles, los comuneros y los esclavos. Para estar en la clase alta se debían probar en batalla o un rito religioso. Los nobles tenían puestos políticos o religiosos, mientras que los comuneros eran los agricultores, comerciantes y artesanos. Los esclavos eran cautivos de guerra y eran explotados como mano de obra y sacrificios en templos. Estos últimos iban acompañados de ceremonias y bailes que duraban hasta quince días.
Las semillas del cacao servían como dinero para comprar productos y servicios. Para ejemplo, un conejo valía diez semillas mientras que un esclavo costaba 100 semillas.
Tenían un tianguis o mercado al centro de cada pueblo principal, a los cuales llegaban los mercaderes de la región y alrededores para vender sus productos.
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