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La historia volcánica del Lago de Coatepeque y por qué lleva el nombre de una ciudad en la que no se ubica

El Lago de Coatepeque, en la actualidad, se ha convertido en un atractivo turístico en El Salvador, sin embargo, su nacimiento se remonta a actividades volcánicas de la zona occidental del país que también dieron origen a sus islas. Por su parte, la ubicación geográfica de este espejo de agua también ha generado disputas entre tres distritos del departamento de Santa Ana. ¿A quién pertenece realmente?

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Enclavado en las tierras altas del occidente salvadoreño, a tan solo 18 kilómetros de la ciudad de Santa Ana, el Lago de Coatepeque es un imponente testimonio de la actividad volcánica que dio forma al paisaje de la región.

Con una altitud de 745 metros sobre el nivel del mar, una superficie de 25.3 kilómetros cuadrados y una profundidad de hasta 115 metros, este cuerpo de agua no solo es una joya natural, sino también un registro vivo de procesos geológicos que comenzaron hace decenas de miles de años.

El nombre del lago proviene del náhuatl y significa “Cerro de Culebras”, en referencia a su entorno serpenteante y su conexión con la cultura indígena precolombina. Sin embargo, su importancia trasciende lo etimológico, ya que guarda en sus profundidades y alrededores evidencias del origen volcánico que lo caracteriza.

Lago de Coatepeque es un imponente testimonio de la actividad volcánica que dio forma al paisaje de la región. Foto: cortesía Instituto Smithsonian de Estados Unidos.

Según el Programa Global de Vulcanismo del Instituto Smithsonian de Estados Unidos, el lago ocupa una caldera de aproximadamente 7 por 10 kilómetros, formada hace unos 72,000 años tras una erupción que expulsó cerca de 40 kilómetros cúbicos de piedra pómez riolítica y flujos piroclásticos.

El origen: De la explosión al dundimiento

Durante décadas, la formación del Lago de Coatepeque fue objeto de debate. Investigaciones tempranas realizadas por el geólogo estadounidense Howell Williams y el salvadoreño Helmut Meyer-Abich propusieron que la depresión cerrada del lago surgió por la fusión de dos cráteres explosivos.

Sin embargo, estudios más recientes sugieren una historia diferente: el lago se formó por el colapso de las cimas de un grupo de conos volcánicos, lo que creó una caldera de hundimiento única en su tipo.

Posterior a la formación de la caldera, ocurrieron erupciones adicionales que moldearon el paisaje circundante. Estas incluyeron la creación de conos y flujos de escoria basáltica en el margen occidental, así como la extrusión de domos de lava a lo largo de una línea con dirección noreste-suroeste. Uno de estos domos, conocido como Cerro Pacho, es el más joven y data de menos de 10,000 años.

Lago de Coatepeque es un imponente testimonio de la actividad volcánica que dio forma al paisaje de la región. Foto: cortesía Instituto Smithsonian de Estados Unidos.

El lago y sus islas

En el corazón del lago se encuentra la isla Cerro Grande, también conocida como Isla Teopán. Este domo de lava post-caldera es el más prominente de una serie de formaciones similares en la región. Se eleva 90 metros sobre la superficie del lago y 180 metros sobre su fondo, con un diámetro basal de aproximadamente 2.5 kilómetros y un volumen estimado de 0.5 kilómetros cúbicos.

En épocas prehispánicas, esta isla fue un sitio sagrado para las comunidades indígenas, que la utilizaron para rituales religiosos.

En las orillas del lago, los domos de lava forman características peninsulares, muchas de las cuales se encuentran sumergidas bajo sus aguas. Dos ellos (visibles), localmente conocidos como "Anteojos", son formaciones que ofrecen una ventana geológica única a los procesos que moldearon la caldera.

Los "Anteojos" son formaciones que ofrecen una ventana geológica única a los procesos que moldearon la caldera. Foto: cortesía Instituto Smithsonian de Estados Unidos.

Por otro lado, al margen occidental de la caldera se alinean cuatro domos adicionales a lo largo de una tendencia que conecta con el cercano volcán de Izalco.

Una de las características más fascinantes del Lago de Coatepeque es la presencia de fuentes termales a lo largo de sus márgenes, una evidencia del calor residual que todavía emana desde las profundidades de la caldera. Aunque no se han producido erupciones históricas verificadas en esta área, el calor subterráneo sigue activo, proporcionando aguas termales en diversas áreas del lago.

Desde sus orillas, el lago ofrece una vista espectacular hacia el volcán de Santa Ana, el punto más alto de la región, y hacia el Cerro Verde, un parque nacional que atrae a miles de turistas cada año. Estos elementos naturales no solo enmarcan el paisaje, sino que también refuerzan la conexión entre el lago y el sistema volcánico más amplio de El Salvador.

Al fondo, Isla Cerro Grande, también conocida como Isla Teopán. Foto: cortesía Instituto Smithsonian de Estados Unidos.

¿De quién es en realidad el Lago de Coatepeque?

Por su nombre, muchos podrían asumir que el Lago de Coatepeque pertenece al municipio homónimo. Sin embargo, este icónico lago, situado a menos de 15 kilómetros de la ciudad de Coatepeque, se encuentra dentro del distrito de El Congo, en el departamento de Santa Ana.

Esta aparente incongruencia tiene raíces históricas que involucran disputas territoriales y decisiones legislativas que han marcado la identidad de este cuerpo de agua.

El origen de la confusión: del municipio (ahora distrito) de Coatepeque a la anexión a Santa Ana

En sus inicios, el Lago de Coatepeque pertenecía a la jurisdicción del municipio de Coatepeque, un hecho que parecía natural debido a la cercanía y al vínculo histórico de los habitantes de esta localidad con las riberas del lago, razón principal por la que lleva su nombre. Sin embargo, en 1926, un decreto legislativo cambió radicalmente esta relación.

El 31 de mayo de 1926, la Asamblea Legislativa emitió un decreto publicado el 11 de junio del mismo año en el Diario Oficial. En su artículo 1, el documento estableció:

“Anéxase a la jurisdicción de la ciudad de Santa Ana, la de la laguna de Coatepeque, apartándola de la jurisdicción de la ciudad de este último nombre.”

Este cambio obedeció, en parte, a las aspiraciones de Santa Ana por convertirse en la capital de El Salvador y contar con el lago como un atractivo natural asociado a su nombre. Sin embargo, la decisión generó tensiones inmediatas. Mientras Santa Ana buscaba consolidar su influencia, Coatepeque apeló al principio de origen, recordando que con la llegada de Trinidad Cabañas en el siglo XIX, los habitantes se trasladaron desde las orillas del lago a su ubicación actual en zonas más altas.

El artículo 2 del decreto añadió una capa más de complejidad:

“Los impuestos o arbitrios municipales que pagan los vecinos de dicha laguna, los continuarán pagando a favor del municipio de Coatepeque; debiendo ser cobrados por la Municipalidad de Santa Ana, quien los remitirá a la Municipalidad de la expresada ciudad de Coatepeque.”

Esta medida fue vista como incoherente y desatinada, ya que delegaba responsabilidades administrativas a Santa Ana, ubicada a 50 kilómetros del lago, mientras que Coatepeque seguía recibiendo los impuestos.

El surgimiento de El Congo: un nuevo actor en la disputa

En 1933, un nuevo capítulo se añadió a esta historia. El Congo, que hasta entonces era un cantón bajo la jurisdicción de Coatepeque, fue declarado municipio mediante el decreto número 31, publicado en el Diario Oficial el 25 de marzo de ese año. Este decreto definió que los cantones alrededor del lago pasarían a formar parte del nuevo municipio:

“Eríguese en pueblo, con nombre de El Congo, el cantón del mismo nombre, en la jurisdicción de Coatepeque, comprendiendo su jurisdicción los cantones siguientes: El Guineo, San José de las Flores, El Rodeo, El Pezote, La Presa y La Laguna, que se segregan de la de Coatepeque.”

El Congo se posicionó como el municipio que geográficamente bordeaba el lago, desplazando tanto a Coatepeque como a Santa Ana de su proximidad directa con el cuerpo de agua. Foto: cortesía Instituto Smithsonian de Estados Unidos.

Este cambio posicionó a El Congo como el municipio que geográficamente bordeaba el lago, desplazando tanto a Coatepeque como a Santa Ana de su proximidad directa con el cuerpo de agua.

A pesar de los cambios legislativos, el estatus del Lago de Coatepeque sigue siendo motivo de debate. Según la Oficina de Límites Municipales del Instituto Geográfico y del Catastro Nacional del Centro Nacional de Registros (CNR), no se ha podido finalizar el ordenamiento territorial en la zona occidental de El Salvador, específicamente los que limitan con el espejo de agua, debido a los conflictos de interés. Mientras tanto, El Congo, por su ubicación inmediata, actúa de facto como el municipio asociado al lago, aunque no haya un consenso legal definitivo.

Hoy en día, el Lago de Coatepeque es un emblema nacional y un atractivo turístico de renombre, pero su pertenencia legal sigue siendo un tema abierto. ¿Será alguna vez resuelto? Por ahora, la historia de su ubicación sigue siendo tan cambiante como las aguas que lo llenan.

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