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Las desigualdades en la educación

Algunos países como Costa Rica, Uruguay y Chile son modelos a seguir, pues han apostado por un mejor presupuesto en educación.
 

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Las desigualdades en la educación siempre han existido. El Ministerio de Educación, a lo largo de los años, ha hecho un gran esfuerzo para proporcionar lo necesario a más de un millón de estudiantes del sector público; sin embargo, en el sector privado siempre van dos o tres pasos adelante. Basta identificar las pruebas que han existido (PAES, AVANZO, PISA, etc.).
Tal parece que el niño y el joven de una escuela o instituto llevan la cuesta arriba. Las escuelas no cuentan con las tecnologías idóneas, mucho menos con la infraestructura para que los niños y jóvenes aprendan. Y eso ha sido una constante. Cada año escolar son pocos los avances que se evidencian. Son pocas las escuelas que presentan una infraestructura acorde con la realidad global.
Mientras tanto, en Japón, por ejemplo, los niños aprenden robótica y origami; además, les enseñan pensamiento crítico. La pedagogía está orientada más al constructivismo: el docente es un guía, y el estudiante es quien logra desarrollar mejores competencias debido al proceso de enseñanza-aprendizaje. No se trata solo de impartir un tema, sino de explicarles para qué les servirá en la vida lo que están aprendiendo. En Japón desarrollan una visión holística, lo que significa que la educación va orientada a formar individuos o estudiantes completos, fomentando las habilidades blandas y la cooperación. No es una simple transmisión de conocimientos.
Algunos países como Costa Rica, Uruguay y Chile son modelos a seguir, pues han apostado por un mejor presupuesto en educación. No podemos pensar en cambiar la educación si no existen maestros bien remunerados y con competencias para enseñar en los diferentes niveles educativos. En Costa Rica existe una alta calidad y accesibilidad; se corrobora que hay menos desigualdades y que su calidad educativa es comprobable. Las metodologías son innovadoras.
Existen otros problemas que aquejan a los países latinoamericanos: muchos niños no tienen una alimentación adecuada, sus padres tienen pocos grados de estudio y, a eso, se les suma que las escuelas cuentan con poco presupuesto para el año escolar.
En el caso salvadoreño, a muchos niños y jóvenes no les gusta leer, lo que representa una desventaja frente a los países desarrollados. Y, para empeorar la situación, la pobreza y la desigualdad económica son problemas de nunca acabar. Las escuelas del área rural son las más desposeídas. Además, la tecnología, en vez de ayudar, ha hecho más haragán al estudiante y lo ha acomodado. Investigan, pero no razonan. Si se tiene la tecnología, es para aprovecharla, no para estar jugando o perdiendo el tiempo. Yo lo he comprobado viendo a muchos niños en el área rural: están maravillados con las tablets que les brindó el gobierno; sin embargo, en los hogares no hay vigilancia por parte de sus padres, y los infantes se la pasan jugando.
En los colegios son más estrictos; eso marca la diferencia entre un graduado de bachillerato de un colegio y uno de un instituto. ¿Es el maestro quien tiene que guiar en todo a sus estudiantes? Si se cuenta con toda la infraestructura (laboratorios, talleres, centros de cómputo, prácticas educativas, etc.), se podrá formar a más estudiantes eficientes y eficaces.
Los países desarrollados buscan implementar currículos idóneos y aplicables para sus estudiantes. No optan simplemente por incorporar tecnologías educativas siguiendo un guion acorde con la época. Antes, capacitan a sus docentes para que la aplicación de las nuevas tecnologías sea exitosa. ¿De qué sirve que los niños, por ejemplo, tengan una laptop o computadora si no la saben usar óptimamente?
Los colegios de élite siempre están a la vanguardia: capacitan a sus docentes y aplican el currículo según las necesidades y oportunidades que tendrán en el futuro sus estudiantes. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) son enseñadas y aplicadas correctamente. Lástima que estas oportunidades no estén al alcance de la educación pública.
Las desigualdades educativas se evidencian cuando a un alumno de una escuela rural se le pregunta sobre cultura, aritmética, ciencias, etc. No responderá todas las interrogantes tal como lo haría un niño de un colegio. ¿A qué se debe eso? Es el sistema educativo el que ha ampliado cada vez más esa brecha. Se comprueba que los aprendizajes en un colegio son impartidos por mejores docentes. Recordemos que en los países desarrollados solicitan hasta maestrías para ejercer la docencia desde la educación parvularia.

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