
La actuación del gobierno de Estados Unidos es doblemente peligrosa: arrastra a inocentes a una prisión en El Salvador y añade un estigma a la reputación de los venezolanos que tuvieron que salir de su país en contra de su voluntad.
¿En qué se parecen estos tres líderes del tecno-fascismo americano? Son transgresores de las normas políticas hasta ahora establecidas, desbocadamente oportunistas, autoritarios, antiintelectuales, furibundos contra todo lo que critique la concentración de poder en el presidente. Feroces contra sus opositores políticos que, con el correr del tiempo, sus militancias e influencers han demostrado ser maleables, porque igual se usan para justificar sus aciertos, medias verdades y errores.
¿Podrán sobrevivir MAGA, La Libertad Avanza (LLA) y Nuevas Ideas (NI) a sus mesiánicos líderes? Podría pronosticar que no lograrán existir más allá de ellos; con ellos morirán sus facciones políticas, ya que, luego de pasar por el gobierno, quedará demostrado que no fueron más que corruptos como los mismos de siempre, mediocres con poder que nunca pensaron o pudieron resolver los endémicos problemas socioeconómicos de sus países: Trump tiene en franca decadencia política a EE. UU., Javier Milei envuelto en una escandalosa estafa a meses de elecciones y Bukele con un país en quiebra financiera. La ultraderecha americana no está demostrando que sabe generar estabilidad, empleos y mejora económica. He comenzado a escuchar comparaciones entre el pasado y el presente donde queda mejor comparado el primero.
Si sus movimientos perecerán, sus métodos, maniobras y artimañas permanecerán vigentes por mucho tiempo, porque han demostrado que dan resultados positivos a quien las utilice. Es decir, se puede llegar al poder haciendo cosas que antes nadie se atrevió a llevar a cabo. Da igual ser un delincuente condenado como Trump, un estafador como Milei o un mitómano rutinario como Bukele. Todo vale.
Si lo que cansó a los salvadoreños de ARENA/FMLN fue su polarización suma cero, que usaron para ganar votos por 30 años, Bukele las ha profundizado: divisiones sociales o nuevas y perversas formas de divergir sin costos políticos, y esto es tentador para los futuros políticos como Bolsonaro, que se hace llamar “Trump tropical”, o el dudoso “Modelo Bukele” en temas de seguridad, o la excentricidad estrambótica y lenguaje soez de Milei.
Las modas geopolíticas nunca funcionaron en El Salvador. El dictador Hernández Martínez aprovechó las reelecciones de Franklin Roosevelt (1937/1941/1945) para justificar sus 13 años en el poder. Igualmente, la moda del nazismo para nombrar en 1938 a Eberhard Julius Georg Waldemar Bohnstedt como director de la Escuela Militar, para crear la mística en la universidad militar salvadoreña, que terminó siendo la fábrica de presidentes. Uniformó al estilo alemán a la Benemérita Guardia Nacional. Sería solo bajo presión de los EE. UU. que El Salvador renunció a su filo-nazismo.
Fatal el destino, si quiere que el legado Bukele no sea el Singapur salvadoreño. El fracaso económico con las cripto y el endeudamiento demencial no fueron —dirá el tiempo— el lado correcto de la historia. El férreo control estatal, supresión de libertades, cárcel a opositores, control islámico del alcoholismo y tránsito deben ir acompañados de empleo, vivienda social, programas sociales, buena salud y educación, así como combate a la corrupción propia y ajena. Bukele solo aplica línea dura sin posibilidad de mejora a las mayorías. Un país donde los que deben no pagan impuestos justos y un gobierno que niega subir el salario mínimo, que la ley obliga a hacerlo cada 3 años, no puede, no saldrá de la pobreza nunca.
Corolario: Trump come hamburguesas y mantiene un desorden en la residencia presidencial. Su mujer mejor vive en NYC. Milei habla con su perro muerto y mantiene una dependencia tóxica con Karina, su hermana. Bukele solo duerme 2 horas al día, situación que provoca alucinaciones. Pequeños líderes para grandes problemas no pueden, por mucho tiempo, coexistir sin que ocurran consecuencias; lo grave es el desenlace fatal de sus desórdenes de carácter que afecta vidas humanas y, en nuestro caso, hasta de animales.
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