
Todo eso aleja del Señor. ¿Qué hacer para no caer? Estar vigilantes sin asustarse. Vigilar significa entender qué pasa en mi corazón, pararme un poco y examinar mi vida. ¿Soy cristiano? ¿Mi vida es cristiana o mundana? ¿Cómo puedo entenderlo?
Cuidado, porque el demonio intenta llevar al hombre a la mundanidad mediante seducciones, advirtió el Papa en una de sus homilías.
Debemos estar atentos, porque los demonios nos hacen dirigirnos lentamente hacia la mundanidad, y el que lo evita es Cristo, que salva de la seducción.
En el Evangelio de San Lucas, Jesús dijo que “si yo expulso a los demonios con el dedo de Dios, entonces el Reino de Dios ha llegado a vosotros”.
Para evitar caer en la tentación, podemos hacer obras de caridad que cuestan, pero que nos llevarán a estar más atentos.
El cristiano debe estar siempre en vela, siempre atento, como un centinela. Los demonios pueden comenzar a ser parte de la vida. También, con sus ideas y sus inspiraciones, parece que ayudan al hombre a vivir mejor y entran en su vida, en su corazón, y desde dentro comienzan a cambiar al hombre sin hacer ruido.
Es un poco distinta a una posesión diabólica fuerte. Y esto es lo que el demonio hace lentamente en nuestra vida, para cambiar criterios, para llevarnos a la mundanidad. Se mimetiza en nuestro modo de actuar, y nosotros difícilmente nos damos cuenta.
Lo que el diablo quiere es la mundanidad, que es un paso adelante en la posesión del demonio. Es un encantamiento, la seducción, y por eso se le llama padre de la seducción.
Y cuando entra así, suavemente, educadamente, y toma posesión de nuestras actitudes, de Dios pasamos a la mundanidad. Y uno se convierte en un cristiano tibio, mundano, con una mezcla entre el espíritu del mundo y el espíritu de Dios.
Todo eso aleja del Señor. ¿Qué hacer para no caer? Estar vigilantes sin asustarse. Vigilar significa entender qué pasa en mi corazón, pararme un poco y examinar mi vida. ¿Soy cristiano? ¿Mi vida es cristiana o mundana? ¿Cómo puedo entenderlo?
Mirar a Cristo crucificado. La mundanidad solo se entiende dónde está y se destruye en la cruz del Señor. Y esta es la misión del Crucificado delante de nosotros: es lo que nos salva de estos encantamientos, de estas seducciones que te llevan a la mundanidad.
Hemos de hacer examen de conciencia para saber qué ocurre, pero siempre ante Cristo crucificado. La oración. Y después, hará bien pensar: “Yo estoy cómodo, pero haré esto, que me cuesta. Visitaré un enfermo, ayudaré a algún necesitado…”. Y esto rompe la armonía que buscan los demonios, que llevan a la mundanidad espiritual.
Somos personas corrientes, que estamos en el mundo, donde vivimos y trabajamos, pero no podemos ser personas que quieren conjugar su vida buena con las seducciones del demonio, que nos las presenta con colores y muy atractivas.
Tenemos una ayuda muy eficaz a quien acudir: a la Madre de Dios, que es también nuestra Madre y que está muy pendiente para hacernos ver lo que es de Dios y lo que es del demonio, para apartarnos de lo malo y acercarnos a lo bueno.
Vamos a acudir con frecuencia y con fe, con la seguridad de que saldremos bien con su ayuda poderosa. Tenemos también la ayuda de nuestro ángel de la guarda, que precisamente para eso nos lo ha dado el Señor, y él nos conducirá con seguridad.
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